Cuando el predicador llama a la puerta

¿Sabe usted quién es Jehová?, ¿sabe que pronto vendrá a juzgarnos y castigará a los malos?, ¿tiene una biblia en casa? Éstas y muchas otras preguntas más, suelen hacerse los domingos por la mañana, a las puertas de miles de hogares en el mundo.

En México hay un clásico dominguero que nunca puede faltar: los predicadores. Sobre todo si es un día de resaca, con la desvelada arriba y la fiesta encima, las posibilidades de que aparezca un alegre predicador por la puerta son bastante altas.

Son muchas las religiones que tienen como mandato entre sus fieles, llevar la “sagrada palabra” a todas las personas posibles. Las congregaciones, sectas, iglesias y grupos, se cuentan por decenas, los hay para todos los gustos, preferencias, colores y sabores. Y es que las cuestiones de fe superan cualquier otro rubro de la humanidad, en lo que se refiere a multitudes.

En el país existen unas 102 mil variedades religiosas. Los predicadores más conocidos son los famosos Testigos de Jehová, unas personas ataviadas de manera muy formal que cargan biblias y libros, con dibujos apocalípticos para espantar herejes. Son siempre muy puntuales, llegan a tu casa como Santa Claus, antes de que despiertes, y te dejan de regalo interesantes folletos, sobre cómo te vas a ir al infierno por no saberte la palabra del señor.

Jehová y su llamado a la puerta

Esta religión tiene unos dos millones de adeptos en México, entre jóvenes, adultos, adultos mayores y niños, todos los cuales están obligados a salir a predicar, como una tarea que les ordena Dios, para hacerlos parte de un pequeño grupo que, dicen ellos, será elegido para salvarse tras el fin de la humanidad.

Además, eso de andar predicando entre las ovejas descarriadas, tampoco debe ser una tarea sencilla. Los pobres “aleluyos” sacrifican su domingo para caminar durante horas bajo el sol, cargan consigo biblias y libros, y tocan en todas las casas, esperando un oído que los escuche. Pero la verdad es que la gente no quiere saber de Dios el domingo en la mañana, sólo quiere dormir. Y a eso hay que sumarle a uno que otro, que se carcajea de esta tarea antidemoniaca tras la puerta.

Siempre es más de uno

Otros que predican de casa en casa son los evangélicos, los mormones, los atalayas y quién sabe cuántos más. La cosa es que se multiplican por montones, salen de los agujeros, de las coladeras, por las puertas y por las ventanas, te esperan en cada esquina, a la vuelta de tu casa, al bajar del camión y saliendo del cine, siempre recordándote que, leer la palabra del señor, es cuestión de vida o muerte, con sus dibujitos macabros en las biblias, sus trajes y sus moños, sus paraguas y esa sonrisa que te habla siempre del infierno.

Sí, la verdad es que parece de película de terror y quizá no lo es tanto, pero sí es verdad que hoy día, los vídeos de bromas a estas personas, se multiplican por montones. No hay para dónde hacerse cuando el predicador llama a la puerta y, si no eres adepto, lo mejor que puedes hacer, si ya te levantaron, es morirte de la risa.

Valeria Lira

@CronicaMexicana