El mexicano y su circo futbolero

Algunas veces pareciera que en México no hay nada más grande que el fútbol. Cuando hay un partido importante, las calles se vacían, se hace el silencio y muy en el fondo sólo se escucha una voz de televisión que, como en una historia de vaqueros, narra lo que en la cancha sucede, y todo se rompe a la llegada de un ¡gooooooool!

Cuando hay fútbol en México el mundo no existe, se vacían los refrigeradores de cerveza en las tiendas, nadie trabaja, nadie estudia y ni siquiera los niños se atreven a salir a jugar, como si no quisieran desafiar a un Dios sin cara, que podría estallar a gritos en cualquier momento.

Realmente no hay una explicación para el fenómeno; México y sus clubes de fútbol no son cracks, no ganan grandes premios o copas importantes, y tampoco son un ejemplo social, por el contrario, las grandes figuras del fútbol mexicano siempre son protagonistas de escándalos, dignos de revistas del corazón, para nada intelectuales.

Pero entonces, ¿qué hay de grandioso en el fútbol que los mexicanos se vuelven ovejas cuando lo ven?, ¿será que acaso que en este país no hay más opción que aplaudir a un montón de simios, atrás de una pelota?

Fútbol, el problema cultural de los mexicanos

El deporte por sí sólo representa una pasión, tanto para quien lo practica como para quien lo sigue, porque es un esfuerzo sobrehumano que va rompiendo metas y desafiando las capacidades de sus protagonistas.

Irónicamente, si en algo gana México es que, en su fútbol representa más ganancias que los clubes en cualquier otro lugar del mundo; la nómina de los jugadores mexicanos de primera división asciende a unos 84 millones de dólares anuales. Y para reunir todo ese dinero, quienes aportan –obviamente– son los espectadores que compran boletos, van a los estadios y consumen artículos relacionados. Pero por otro lado, siendo el país con más ingresos por fútbol en el mundo, México también es el país más gordo, con 48 millones de personas que tienen obesidad, sobrepeso y todas las enfermedades relacionadas a ello.

Por otra parte, también es irónico que muy pocos conozcan a los 32 equipos de baseball profesional que hay en México, para los cuales sólo hay algunos estadios en el país, y pocos interesados en invertir.

Y los otros deportes

Y no hablemos de deportes como la natación, la esgrima, el waterpolo, la gimnasia, el basketball, el atletismo, y tantos otros que tienen un mínimo de atención, tanto del público como del gobierno. Si quieres hacer deportes verdaderos en México, tienes que tener con qué, porque nadie te va a apoyar y las instancias gubernamentales que se encargan de eso, tienen presupuesto para todo, menos para sus deportistas.

Es bien sabido que muchos de los que van a justas olímpicas, juegos panamericanos y esa clase de competencias profesionales, muchas veces deben buscar por sí mismos patrocinadores porque, aunque el gobierno sí se cuelgue sus medallas, nadie les da, ni siquiera para portar uniformes dignos.

México tiene 62 medallas olímpicas acumuladas en su historia, mientras que nunca ha podido ganar una copa del mundo en fútbol. Son comparaciones sencillas, pero que en el fondo dicen mucho de la situación del país, ¿por qué invertimos tanto en causas perdidas?, ¿por qué vemos el fútbol como un pretexto para la flojera, el despilfarre y el alcohol, mientras frente a otros, con mucho mayor mérito, cambiamos el canal? y ¿por qué los verdaderos deportistas mexicanos no merecen ni que sepamos sus nombres?

Valeria Lira

@CronicaMexicana