Cuatro fuentes con historia, en la CDMX

Cuando se vive en una gran ciudad, donde las cosas cambian constantemente y nos pasamos la vida corriendo, es fácil perder de vista los detalles, cosas que están ahí a diario y que, sin embargo, vale la pena detenerse a mirar, pues como testigos mudos de la ciudad siempre tendrán algo que contar. Algunos de estos testigos son las fuentes.

Fuentes icónicas

A continuación, cinco fuentes de la Ciudad de México que, a pesar de estar un poco olvidadas, vale la pena visitarlas con tiempo y escuchar lo que tienen para decirnos.

Plaza Victoria

La fuente de la Plaza Victoria, en la colonia Villa de Cortés, está justo en el mismo sitio desde el año 1944, cuando fue inaugurada por el entonces presidente Manuel Ávila Camacho.

Cuentan en aquel entonces, quienes conocieron este sitio, que la vida en la colonia era muy distinta a la de hoy, pues los habitantes disfrutaban de los espacios públicos, y estos no estaba tan deteriorado como hoy, ya que los han invadido los comerciantes ambulantes, los indigentes y los sitios de transporte público.

A los ojos de esta fuente, han sucedido cosas muy importantes, como la inauguración del Sistema de Transporte Colectivo Metro en los años 60 y el terremoto de 1985, que justo al otro lado de la avenida, se llevó muchas vidas, en un edificio de la calle Ahorro Postal.

Fuente de los Coyotes

En el corazón de Coyoacán, rodeada de restaurantes, bares y cafés, que son constante entretenimiento de locales y turistas, la famosa Fuente de los Coyotes, hecha por el escultor Gabriel Ponzanelli, está presente desde hace más de 30 años, y nos recuerda el pasado de este sitio tan amado por los chilangos.

Se dice que la fuente debe su composición al nombre de esta demarcación, que en su pasado prehispánico fue un lugar poblado por coyotes y, al mismo tiempo, estaba dedicada al Dios Tezcatlipoca.

Fuente de los Cántaros

Hecha por José María Fernández Urbina, esta fuente con la conocida “mujer de los cántaros” está en el Parque México desde 1927, cuando se construyó el Teatro Coronel Lindbergh, en el mismo sitio.

Se supone que la figura representa a una mujer indígena mexicana de la época, por lo que ha sido inspiración y modelo para muchos pintores, fotógrafos, muralistas y escultores.

Este parque fue, durante mucho tiempo, sitio de paseo predilecto de muchos capitalinos, sin embargo, con la modernidad y la transformación de las colonias vecinas, perdió un poco el esplendor que le caracterizaba.

Fuente del Salto del Agua

Este fue uno de los monumentos más admirados en el siglo XIX, además de haber servido como una de los únicas fuentes de abastecimiento que había en aquel entonces, para dar agua a quienes vivían en la Ciudad de México, pues aún en ese tiempo, no existía el sistema hidráulico como lo conocemos hoy.

Se inauguró en 1779 y permaneció en el mismo sitio por más de un siglo, para luego ser removida por los daños que la causaron la urbanización y la construcción de grandes avenidas. Se dice que la actual, en la avenida Arcos de Belén y Eje Central, es una copia de la pieza original, misma que está resguardada en el Estado de México.

Es interesante pensar que este olvidado artefacto fue, en su momento de esplendor, centro de la vida de los capitalinos, punto de encuentro y referencia obligada en el día a día, que sin ella no habría sido posible.

Valeria Lira

@CronicaMexicana