Antes, hace años, se creía que sólo los estados del norte sufrían problemas de narcotráfico, violencia y terrorismo. Pero llegó el siglo XXI y con ello la Ciudad de México se transformó en tierra de nadie. La violencia 2018 fue el año más violento en la historia de la capital del país, con un aumento de más del 16% en los homicidios dolosos y un crecimiento descontrolado en temas como asaltos, secuestros, violaciones, robos a casa habitación y otros delitos.
Algo pasa en la Ciudad de México que el crimen está llegando a niveles insospechados, ya no es sólo la violencia callejera por la que era conocida esta enorme urbe, ahora también hay grupos de delincuentes que controlan cada zona, cobran extorsiones e incluso deciden quién trabaja y quién no.
Mucho de lo que ahora sucede podría tener que ver con las décadas de marginación en las que buena parte de la población se ha visto sumida. Y es que de 20 millones de habitantes, casi 3 millones viven en condiciones de pobreza, con nulo acceso a servicios básicos, educación, salud, seguridad o entretenimiento, y por supuesto sin posibilidades de acceder a empleos que les permitan mejor sus condiciones.
Violencia 2018, y panorama de contrastes
De las zonas de la CDMX donde la riqueza abunda, con enormes edificios que albergan corporativos, grandes colegios, colonias residenciales con vigilancia 24 horas y centros deportivos de Primer Mundo, pasamos a las áreas marginadas, donde priva el crimen porque ni la policía quiere entrar, las escuelas que hay están en las peores condiciones, los centros de salud no tienen recursos y la población vive al día, aferrada a las pensiones que regala el gobierno federal y en muchos casos sosteniéndose de negocios informales.
El contraste de unas áreas a otras en esta ciudad es enorme, hay muchos que no tienen nada, pero también muchos que tienen demasiado, y eso eventualmente va generando vacíos, resentimientos sociales que resultan en enormes olas de violencia como la que hoy se vive.
No podríamos atribuir este descontrol sólo a las autoridades, también hay que tomar en cuenta que la desigualdad ha hecho muy bien su trabajo segmentando las oportunidades y dejando a muchos fuera del sistema, con la delincuencia como única forma de sobrevivencia.