¿Cómo es manejar el transporte público de la Ciudad de México? ¿Alguna vez alguien se preguntó cómo es la vida de quienes a diario manejan el transporte público en la capital del país?
Transporte público, el rostro detrás de él
Tráfico pesado, caos, automovilistas que no respetan las señales, avenidas siempre en obra, marchas y manifestaciones, contaminación, asaltos, vivir en el tránsito de la Ciudad de México es toda una odisea porque nunca se sabe qué pasará.
Sobre el Eje 3 Oriente esta mañana Óscar aborda el camión de ruta verde. Normalmente es chófer, pero hoy es pasajero porque está de vacaciones.
Su rostro es adusto, luce cansado a sus casi 40 años, parece a la defensiva y con esa misma actitud cuenta cómo es su día a día manejando en esta ciudad.
“Uno tiene voluntad, pero la gente es grosera y siempre buscan sacar ventaja. Así no se puede, por eso uno termina por hacer únicamente su trabajo y ni se mete”.
Óscar dice que lo más complicado de manejar el transporte público aquí no es el caos vial, sino la mala gana de la gente que siempre hace lo que quiere y sobaja a los demás.
Historias detrás del volante
Cuenta que alguna vez hizo la parada donde no debía a un joven de unos 15 años, solamente por hacerle el favor, pues iba corriendo para alcanzar el camión. Se detuvo, abrió la puerta y esperó a que subiera, pero él iba tan rápido que al entrar tropezó con la escalera y cayó; le echó la culpa a Óscar de haberse caído y todo terminó en la delegación, donde se determinó que el joven no había sufrido ningún daño, aunque sí demostró querer sacar dinero como compensación.
Óscar dice que ya evita hacer ese tipo de concesiones, pues la gente se acostumbra y luego le exige paradas donde no son o que suba pasaje en zona prohibida, y siempre al final terminan reportándolo con sus superiores.
La Ciudad de México es una jungla, un sitio salvaje donde sólo el más fuerte sobrevive. Es así que Óscar va y viene a diario conduciendo un camión de transporte público, sorteando los insultos y hasta los accidentes que le hacen perder horas de trabajo aún cuando no siempre son su culpa.
Pareciera una especie de camino directo a la miseria, un trayecto hacia el infierno que se repite constantemente en la vida de un chófer, entre el humo gris, la basura y los rostros enojados de los chilangos que nunca paran de abordar su camión.
@CronicaMexicana