Barrancas del Cobre, Chihuahua

México es un país cargado de sorpresas y, mucho más allá de su gran capital, posee algo especial en cada rincón, no hay estado que no posea algo especial, un atractivo que lo haga único y que, desconocido o no, le agregue gran valor a la región en la que se encuentra. Hoy visitaremos las Barrancas del Cobre.

Mucho se habla de violencia en el norte del país, pero muy poco de las riquezas naturales que ahí se ubican, gracias a las cualidades que posee el terreno y a la gran extensión de los estados de la franja fronteriza.

Chihuahua, con 247 mil kilómetros de superficie, es una de las provincias más grandes de México y colinda al norte con Estados Unidos. Ahí se encuentran las famosas Barrancas del Cobre, un sistema de montañas y barrancas que mide 60 mil kilómetros y es más grande que el Gran Cañón, en Colorado, Estados Unidos.

El escenario es la mismísima Sierra Tarahumara, un sistema de montañas que alberga comunidades indígenas de herencia prehispánica y cuyo valor, desafortunadamente, no es visto por los mexicanos, sino más bien apreciado en el extranjero.

Estas montañas tienen unos 30 millones de años y se formaron de restos volcánicos al aparecer, en una erupción, la llamada Sierra Madre Occidental.

Llegar hasta el lugar no es sencillo, sin embargo se disponen varias vías para que los turistas puedan subir a admirar, la que se considera una de las mayores bellezas naturales de la geografía mexicana.

Barrancas del cobre y otros atractivos de la zona

Por un lado hay una amplia red de carreteras que se ha modernizado, para dar acceso a este elevado sistema orográfico, sin embargo, el trayecto es largo porque se requiere rodear. La ventaja es que permite apreciar de cerca el paisaje y parar, para adentrarse en los pueblos de la zona.

Por otra parte, la opción más utilizada es el famoso “Chepe”, un ferrocarril histórico que recorre la ruta Chihuahua-Pacífico, partiendo de la capital del estado hasta Los Mochis, Sinaloa. Este transporte se ha ido adaptando para la comodidad de los viajeros, y ha retomado su esplendor en los últimos años, ya que ha dejado de ser sólo un transporte, como antes era, para convertirse en un atractivo turístico conocido internacionalmente. Viajar en el Chepe permite admirar las montañas, entre túneles y puentes, en una ruta que se completa en unas 12 horas.

Finalmente, otra opción para llegar es la vía aérea y, en la zona, se encuentran habilitados varios espacios para aterrizaje de avionetas y aviones pequeños.

Tirolesas, cascadas, rápel, miradores, historia del México antiguo, un teleférico, una tirolesa y miles de opciones más, componen las Barrancas del Cobre y sus alrededores, como un atractivo que todos los mexicanos deberían conocer y apreciar.

Por un esfuerzo de los habitantes, y no tanto del gobierno, esta zona se mantiene libre de mancha urbana y deforestación, algo difícil de encontrar en un país como México, donde suelen ganar los intereses económicos sobre los intereses del propio pueblo e, incluso, encima de los derechos naturales de una región a permanecer en su estado natural.

Valeria Lira

@CronicaMexicana