El estado que soñó con ser país

El henequén fue el oro verde del siglo XX. El sur de México tuvo como endémica esta planta, desde la época prehispánica, cuando los indígenas Mayas ya la utilizaban para tejer y hacer fibras. Era la mitad del siglo XIX, cuando las grandes haciendas, dirigidas por europeos, comenzaban a tener gran auge, empleando a campesinos e indígenas para grandes producciones, y fábricas que exportaban mercancías a todo el mundo. Fue entonces cuando en tierras de Yucatán, los hacendados se dieron cuenta de la importancia del henequén como una fibra resistente, versátil y fácil de cultivar en aquellas zonas, y decidieron enfocar toda su maquinaria en sacarle ventaja. Cuerdas, hamacas, ropa, bolsas y costales; prácticamente no había nada que no se produjera con esta mágica planta.

En aquellos años se dio la llamada “fiebre del henequén”, una especie de fascinación por esta planta y los productos que de ella se derivaban. Aunado a la fama del puerto de Yucatán, que durante años recibió barcos de todo el mundo y donde, todo el tiempo, se intercambiaban mercancías, el tejido de henequén comenzó a tener una demanda inusitada.

En aquel entonces, y durante décadas, miles de hectáreas de esta fibra se explotaron, enriqueciendo a empresas extranjeras y desgastando las manos de muchos mexicanos, que vivieron bajo el yugo de la explotación y la esclavitud.

Pese a todo, fueron años de bonanza y progreso para el estado de Yucatán, con los puertos que permitían el intercambio y la convivencia de la población con los extranjeros, el comercio que crecía y crecía, y grandes inversiones que desarrollaban colonias, fábricas e industrias completas, en territorio yucateco.

En 1821, debido al auge económico, las fuerzas políticas del estado consideraron que Yucatán podía emanciparse del resto de la república mexicana, y declararon al estado como la «I República de Yucatán». Después, en 1841, se declara la «II República de Yucatán», al tiempo que otras entidades dudaron, como Guatemala y Chiapas, quedando esta última como estado de la república mexicana.

Aunque su momento de paz y progreso lo hizo soñar, Yucatán volvió a las filas del país en 1843.

Yucatán y el fin del sueño de independencia

En los años 40 del siglo XX, un poco antes de la caída del henequén, se fundó la llamada “Colonia Yucatán”, una utópica ciudad en el oriente, que estuvo a cargo de una empresa internacional, que exportaba maderas preciosas a otros países. Se trataba de un pueblo en donde las personas que iban a vivir, tenían garantizado el trabajo en la fábrica maderera, además de un buen sueldo, educación de calidad para sus hijos, entretenimiento, salud y un sinfín de ventajas más, sin salir de ahí. Era el sueño de cualquier mexicano, en un país que ardía en explotación y marginación.

Cuentan, quienes allá vivieron, que no había crimen, robos o peleas, pues todos tenían lo que necesitaban y permanecían felices.

Finalmente, en los años 50 llegaron las fibras sintéticas, principalmente de China, que eran más baratas, aunque de menor calidad, y se comieron al mercado del henequén yucateco. Las fábricas cerraron y las haciendas se convirtieron en cascos viejos, que hoy sólo sirven como escenarios para contar leyendas.

@CronicaMexicana