La paradoja de la marihuana es un tanto parecida a la del huevo y la gallina, nadie sabe qué fue primero, si el mito o la prohibición.
En México hay unos seis millones de consumidores de marihuana declarados, más todos esos que sí lo hacen, pero que también lo niegan. Se sabe que los más jóvenes rondan los doce años y, en algunos casos, edades más tempranas, lo que se relaciona directamente con situaciones de marginación y abandono.
Desde 2015, que el tema la legalización de la marihuana en México está en boca de casi todos, opinan los jóvenes, los viejos, los niños, los sacerdotes, las señoras, los políticos y hasta los extranjeros. Que si está bien, que si está mal, que si el diablo, que si el Manual de Carreño o que si el libre albedrío. Cada quien tiene su propio punto de vista, para un huracán en un vaso de agua.
La guerra contra el narcotráfico ha revelado que, como sociedad, los mexicanos no pueden arrojar la primera piedra porque además de productores, son buenos consumidores, principalmente en el campo de la marihuana.
No es para nada un secreto que la marihuana no es la octava maravilla, ni es tampoco una revelación de la modernidad; las drogas, como tal, existen desde que existe el hombre y no se resumen en una lista de sustancias, porque también hay drogas visuales, drogas sociales y drogas morales, que se cultivan en el seno de la cultura nacional.
Marihuana, su historia en México
El auge de la marihuana, en los tiempos del México actual, fue allá por los años 60, con el surgimiento de los movimientos juveniles, las revoluciones musicales y los hippies. Cuenta la historia que fueron tiempos mágicos, en los que gobernó el rock and roll, y las drogas fueron un puente para hacer el amor por encima de la guerra.
Sin embargo, la costumbre moralina se impuso a la utopía y apareció la represión. Bueno o malo, el gobierno mexicano a través de los medios de comunicación, se dedicó a afirmar que la marihuana era el veneno diabólico que incitaba a los jóvenes a la inmoralidad y el desenfreno, culpándola del fin de las estructuras sociales tradicionales que, supuestamente, hasta entonces se habían mantenido intactas.
En la actualidad, con un mundo de información abierta al público, las opiniones se dividen. Incluso, en la ciencia, hay quienes confirman los beneficios de la marihuana sobre el cerebro humano, mientras otros acusan a esta planta de destruir el tallo encefálico de los consumidores.
Y ante todo eso, lo único que realmente prevalece es la opinión moral al respecto. El problema es, cuando una doble moral rivaliza con la verdad, en un tema social.
Panorama actual
Si bien en México se sataniza el uso de la marihuana por ser una sustancia psicotrópica, hay sectores de la población que cuestionan por qué no se castigan otras costumbres que son aún mucho más dañinas, como el tabaquismo, el consumo de bebidas alcohólicas o incluso los alimentos ultraprocesados, que contienen sustancias adictivas y altamente cancerígenas.
En un país donde las libertades, permitidas por la propia sociedad, son limitadas y cualquier costumbre fuera de esquema es altamente reprochada, es natural que unas drogas convengan más que otras, a la aceptación del imaginario social, de manera que la evolución es lenta y controversial.
Valeria Lira