Hace muchos, muchos, pero muchos años, que se instaló el sistema de cañerías de la Ciudad de México; fue hace tanto tiempo, que hoy hay muchos inmuebles cuyo sistema de drenaje ya se considera viejo y apestoso.
Pero antes de que aparecieran los primeros vestigios de lo que hoy conocemos como caño, en la época de la Colonia no había un sistema de desagüe para las «gracias humanas»; sin embargo, los habitantes de Tenochtitlán sí tenían organizada una forma de recolección, que permitía usarlos como fertilizante para los cultivos.
Para nadie es un secreto que, al menos en este sentido, los europeos sólo vinieron a México a echar a perder lo que funcionaba bien.
A la llegada y conquista española, se sucedieron construcciones enormes, que sustituyeron las chinampas y el entorno natural en el que se había desarrollado Tenochtitlán. Así llegaron también las primeras inundaciones, pues esta ciudad antes de serlo, fue una enorme laguna.
Poco a poco se entubaron los ríos, se construyeron cauces y nacieron los primeros sistemas de cañerías, pensados para dar salida de las casas, a toda el agua sucia que, al menos en teoría, no podía ser rehusada.
Drenaje actual de la capital
Actualmente, el Sistema de Drenaje de la Ciudad de México, transporta miles de metros cúbicos de agua y desechos, a más de 80 metros de profundidad, y está en constante expansión, debido a la creciente demanda de esta enorme capital.
Dentro de todo este complicado sistema de cañerías, cabe destacar que los ciudadanos no son los más cuidadosos, en cuanto a lo que dejan ir por ahí. No es muy difícil saber que no son heces y agua lo único que corre por el caño chilango, también hay toneladas de basura, cadáveres de animales y humanos, muebles e incluso pedazos de autos que nadie se explica cómo fueron a parar ahí. Y eso después, provoca enormes inundaciones de las que sólo se culpa al gobierno, sin ver que los ciudadanos también contribuyen, generando desechos de manera irresponsable.
Se sabe que más de 50 toneladas de variados desperdicios van cada día a parar al sistema de drenaje de la CdMx, entre los que son arrastrados y los que llegan ahí a propósito. Con esas cantidades, no hay sistema de limpieza que alcance, para volver a dejar el agua limpia, como llega a las casas capitalinas.
Valeria Lira