Como bien ya lo hemos dicho, la Ciudad de México es una de las más grandes del mundo, pues alberga una gran cantidad de habitantes, que día con día tienen que trasladarse para realizar diferentes actividades como trabajar, estudiar, etc. Aquí los peceros son una base de nuestra vida.
Tal vez el transporte por excelencia sea el Metro, ya que te ofrece la oportunidad de moverte por gran parte de la ciudad, sin embargo, existen ciertos lugares en los que una terminal no es suficiente, por lo cual tienen que existir distintas alternativas para llevar a los habitantes.
Los “peceros”, “micros” o autobuses son el característico camión que transita por las calles y avenidas de la gran metrópoli azteca, ofreciendo un servicio un poco bizarro, ya que resulta toda una experiencia viajar en este medio de transporte.
En los años 60 eran conocidos como taxis de ruta fija o taxis colectivos, como “peseros” porque su tarifa era de un peso de aquellos años.
Antes de la inauguración del Sistema de Transporte Colectivo Metro y en el marco de los Juegos Olímpicos de 1968, surgió la llamada “Unión de Taxistas Reforma y Ramales A.C.”, una organización que tenía la exclusividad y derechos sobre el servicio de los taxis colectivos.
Tras el pago de una cuota, los choferes recibían una cartulina que debía colocarse a la vista y automáticamente ya no eran molestados en su recorrido; en aquellos días, la mayoría de los peseros daban servicio de terminal a terminal.
Durante casi todo el siglo 20, la mayoría del transporte público de la Ciudad de México estuvo en manos de un par de líderes que conformaban la llamada Alianza de Camioneros de México, que fue bautizada como “El Pulpo Camionero”, ya que sus tentáculos abarcaban toda la capital y su poder se extendía a diversos sitios.
Fue en los primeros años de los 80, durante el gobierno de José López Portillo, que las autoridades decidieron poner orden en el transporte público. Fue cuando el entonces regente del Distrito Federal, Carlos Hank González, se encargó de revocar las concesiones del “Pulpo Camionero” y el 18 de agosto del 1981, la Presidencia de la República decretó la creación de un nuevo organismo “Autotransportes Urbanos de Pasajeros”, alias la Ruta 100.
A partir de ese año, las unidades de transporte público contaron con una identidad única, estaban pintadas de color café y lucían el logo de la R100, fue en ese año que se adquirieron unidades nuevas, pero tambien se les dio un segundo aire a camiones antiguos conocidos popularmente como delfines y ballens, así fue posible que los nuevos camiones de la R100 cubrieran casi el 80% de la capital mexicana, Estado de México, Satelite y aledaños.
En 1987, con una pequeña participación del Ejército y debido a la caída en el nivel de servicio de los micros que se hicieron más populares, al gobierno no le quedó de otra de otorgar más permisos a los camiones que eran restaurados.
Peceros en la actualidad
Toda la semana estos vehículos realizan aproximadamente 11.5 millones de viajes y transportan a 6 millones de personas en promedio, según cifras de la Secretaría de Movilidad de la Ciudad de México.
El INEGI cataloga a los micros como unidades viejas e inseguras, según los usuarios que participaron en la encuesta. Debido a esto en varias rutas importantes de la Ciudad de México, los micros han sido reemplazados paulatinamente por autobuses en los que el pasaje viaja de manera mucho más segura y cómoda.
No importa lo que pase, los llamados micros o peceros serán siempre una parte importante en la historia de la capital mexicana.
Fuentes: El Universal, Chilango